Lo han conseguido. La Muela en Segunda B. Un historia de fútbol y samurais. También de la pelotita se puede decir que es una cosa mental. Cuando a principios de temporada había que construir un equipo , un hombre, un entrenador, Emilio Larraz, reclutó lo que nadie quería, gente consciente de estar al final de su carrera futbolística o de hallarse aún en sus albores, veteranos de mil batallas o púberes del balón, víctimas del nada que perder o incrédulos del todo que ganar, reiterados proscritos o libres de antecedentes. Con esta mezcla de últimas y primeras oportunidades se lió la muela contra el todopoderoso Teruel y los grandes de su grupo: Egea, Zaragoza B, Monzón... y se clasificó para la liguilla de ascenso. Jugó contra tres equipos muy superiores en presupuesto de otros grupos de España, entre ellos el histórico Constancia de Inca y les superó. Hasta aquí un breve apunte del triunfo de la voluntad.

Pero esta acción no queda sólo en el aire de un pueblo y los borceguíes de un equipo. Aquí, en los plúteos de Montaigne, Robert Walser, Séneca o Wittgenstein también nos añade una gota de estar, de estar en la faena. Estos chiflados del "estáte en lo que estás" de la pelotita nos han puesto a la mano un pequeño ensayo, "El breve tratado del gran cuerpo".

El gran cuerpo es algo fácilmente identificable con una relación de pareja. Acciones comunes dobladas y una energía más tranquilizadora y poderosa que la individual. En los momentos de reconocimiento mutuo y aceptación se siente el gran cuerpo y cualquier empresa es más llevadera. Uno de los dos parece llevar la voz cantante. Pero es sólo fachada y atributo, sin el otro sus acciones serían demasiado de cuerpo presente. Lo otro, el otro, nos aligera y nos ayuda a borrar el gesto del yo.

Recuerdo al para mí más exquisito jugador de todos los tiempos, Carlos Lapetra, un ser que sin dejarse notar aglutinó los intersticios de un equipo de seda que ya sólo se cita por pura nostalgia. Creo que fué quien dió sentido a aquel grupo de gente entregada y fino manejo de balón. Quien aportaba energía en el momento preciso y quien borraba el innecesario exceso de tensión a un equipo, su Zaragoza, que no fue oficialmente en su época el mejor equipo del mundo pero sí con los recursos de que disponía, el más exquisito. Carlos Lapetra, jugador culto y rico de familia, tuvo la elegancia de morir joven, pero la idea de gestión de un gran cuerpo continúa encarnada por él, la misma que permite trayectorias como la del propio La Muela y que es el resultado de una gran determinación de grupo y de la falta de respuesta del adversario ante algo tan poco nítido y aprehensible: un gran cuerpo.

1 comentario:

David dijo...

Siempre he disfrutado mucho de las artes y por eso cada vez que puedo voy a distintos museos. Me gusta mucho el hecho de viajar y ver las artes de dicho lugar. Estaba con ganas de poder conocer el Met y el MOMA, y por eso quisiera conseguir un Hospedaje económico y variado en New York para tener hospedaje alli